lunes, 25 de enero de 2016

     Nos trasladamos a tierras manchegas, concretamente a la provincia de Albacete, para entrevistar  a una de las figuras de los 70, 80 y 90, que procediendo de una familia muy humilde, ganadera y muy pobre, llego a plasmar en la historia de la tauromaquia,  una de las paginas mas importantes de los ruedos españoles, y del mundo taurino .      Hablamos del maestro: 
                
                     "Dámaso González"


    Nació en una huerta de las afueras de Albacete, cuando tenía tres o cuatro años, y un poco uso de razón,  ya estaba escuchando hablar de toros, ya que su padre era muy aficionado, nos comenta, que si la vida del torero es dura, es porque  no consiga lo que quiere una persona, pero cuando lo llegas a conseguir puede llegar a ser la persona más satisfecha y feliz del mundo,  ese momento  no lo cambiaría por nada.  
    Cuando era pequeño, cambio tres o cuatro veces de barrio, sus padres estaban trabajando en una finca de un terrateniente de Madrid afincado en Albacete,  y en cada uno de los sitios en los que vivía, jugaban la mayoría de los chavales a el fútbol, haciéndose los balones de trapos viejos, con las cortinas de las puertas, con los mandiles de las madres, y cuando Damaso Gonzalez llegaba a cada uno de estos barrios en los que vivió, los chavales del vecindario,  jugaban a torear de salón, con las faldas de las madres, y de las mesas camilla, preguntándose a el mismo en esos momentos, que de donde le venía la afición y las ganas de torear, afición que a él,  no le ha impuesto, ni  obligado nadie, ha sido de su propia voluntad, como la mayoría de los toreros y aficionados,  siguiendo con un legado que viene de los padres, abuelos, bisabuelos, y de tradición de España y de los españoles, como es el mundo del toro.

   

   Hay que tener  en cuanta de la dureza de antes, cuando para ir a las capeas, tenias que recorrer, carreteras y caminos incluso sin asfaltar, tocando con los dedos en la tierra, por tener las zapatillas rotas, pero siendo tan duro, la dureza desaparecía, cuando llegabas a ese pueblo y te dejaban de dar diez o quince pases a un toro de capea, y dejarte de repetir en varias ocasiones, no teniendo palabras para llegar a definir la satisfacción que puede tener una persona en esos momentos,  teniendo en cuenta, que cuando uno no vale para esto, lo mejor es dejarlo, mejor es seguir siendo un buen aficionado,  y como Dámaso González dice, posiblemente en esto no cuajas, pero puedes ser el mejor en otra faceta de la vida, o para otra cosa, sin martirizarse de que no llegala hora de ser torero y triunfar, por no tener apoyos,  por no tener oportunidades, sino que el que consigue llegar, es porque esta elegido para esto,  y el que no,  es por qué vale para otra cosa.

   
   Podemos decir que Dámaso Gonzalez, es un torero de tapia, esculpido y creado en las capeas de los pueblos, en la calle,  comenzando en la parte seria del espectáculo cómico taurino,  Galas de Arte, del empresario  Jumillano padre, que por cierto,  le ayudo mucho poniéndole para torear en Burgos,  Valladolid, etc.,  también bastantes tardes con el Bombero Torero, vestido de pato o disfrazado de cualquier cosa, que cuando llegaba la hora de torear, se tenía que quitar para hacer faena y matar a ese novillo, pero por el toro, y por torear,  se hacia cualquier cosa, sin hacer daño, respetando siempre al animal, e intentando que la gente lo percibiera de esta forma, con mucho orgullo , felicidad, sacrificio y sobre todo muchas ganas de torear, con el hándicap de tener  incluso que alquilar los trajes que llevaba en los espectáculos, que nos comenta como anécdota, los alquilaban por días,  los cogía para un día y advirtiendo que posiblemente lo devolvería  unos días mas tarde, el aprovechaba, toreaba todas las tardes que podia, e incluso tuvo que aprender a coser,  para arreglar esos rotos de los trajes por las cogidas y revolcones, para devolver el traje que estaba hecho trizas, le preguntaban qué cuanto había toreado, el decía que un solo día,  pero  que le cogió barias veces,  y le dacia el dependiente, que tenía que haberlo cogido muchas veces, de como había devuelto el traje.
  
   Cuando llega a torear más profesionalmente, el nunca peso en el dinero, aun teniendo en cuenta que todo el que se pone delante del toro en definitiva es por eso, por dinero, pero en algunas ocasiones,  echaba de menos el no tener la  necesidad y responsabilidad de triunfo, el disfrutar toreando, el no tener que  superarse cada tarde, de tener sin mas remedio que triunfar, para seguir en esa brecha y estar siempre entre los primeros,  y en las mejores ferias, sin embargo en las capeas, nos comenta Dámaso González, que el era muy astuto, tenia ojo,  cuando veía que el toro no tenia faena o pases, no salía y cuando tenía  unos cuantos pases, se los daba, le aplaudían se lo pasa bomba y sin ninguna responsabilidad, sin tener que estar pendiente del juicio de los aficionados, confesando que  en las capeas era muy feliz,  y disfrutaba como el primero.
    

   Dámaso González está muy agradecido a todas aquellas personas, que se acercaron a él en esos comienzos tan duros que él tuvo,  como novillero y matador, le debe el haber sido torero a todos ellos, pero el  torero,  lo veía personalmente de una forma distinta a lo que escuchaba, veía en las capeas  los subalternos y apoderados de los toreros  les decían, a poderlo y a matarlo, y el se daba cuenta,  que de ese modo lo que hacían era enfadar y resabiar a el animal, que  se ponía cada vez mas brusco, con lo que él,  lo intentaba llevar de forma, como si la muleta fuese una tela de seda, deslizándose como si fuese una brisa, llevando a el toro enganchado en ella, sin brusquedades, con suavidad, pasar al toro cerca, despacio, enganchado, encelado, y sin errores, el veía así el toreo,  y era lo que plasmaba en sus faenas, muchas veces no lo ha conseguido, por las circunstancias del toro, por tener un mal día, pero el día que lo ha conseguido, no lo cambia por nada del mundo, ni se cambia por nadie, saboreando todos esos triunfos, que le han hecho estar durante tanto tiempo, en la cabeza del mundo del toro.

  

   La primera cornada la tubo con trece años, en un pueblo, estuvo a punto de perder la pierna, que no llego a mas,  porque le trasladaron a Albacete al día siguiente y se la pudieron salvar, y luego resalta los años 69, 70 y 71, en los que el, contaba las cornadas por una y media al día, el día que no le cogían,  al día siguiente tenía tres cogidas, por lo que esta cosido por toda partes, si no era una pierna,.  era el brazo, y por todas partes. 


     EL fracaso más grande,  lo define como el día de su alternativa, que el primer toro lo cogió tres veces, y el segundo diez o doce, teniendo que aguantar la crítica de la prensa,  en la que incluso se llego a decir, que si se quería suicidar,  que se tirase de un séptimo piso, demostrando con el tiempo que era su forma de torear, si el toro no pasaba, el no se movía y el toro se lo llevaba por delante, haciendo ver a esos críticos y a la gente,  que estar 25 años de alternativa, no es por casualidad y haber sido uno de los grandes, tampoco, e incluso con las criticas en contra,  no les ha tenido ningún rencor, ni les ha mirado de mala manera,

   

     Con Cámara de apoderado, tuvo la desgracia de no torear en una ocasión en Madrid, mostrando por prescripción del apoderado, un parte médico, pero toreo en Mallorca al día siguiente y corto cuatro orejas y un rabo, con lo que la afición, la crítica y la prensa de Madrid se vino encima, pero sin llegarle a quitar,  las tres tardes en todas las ferias de San Isidro, dándole el reconocimiento con el tiempo de torero de Madrid.  En Barcelona, es donde resurgió, le llevaron muchísimas veces a hombros hasta el hotel, siendo uno de los últimos toreros que tuvo el privilegio de hacerlo, y en Madrid los triunfos le sentaron mejor, puesto que le quitaron todo la principio,  y le dieron todo al final, recordando esa primera  salida a hombros por la puerta grande de la primera plaza del mundo, la plaza de "Las Ventas", en la que, el coche con la cuadrilla no había llegado, le metieron en un taxi, le pidió a el taxista un cigarrillo, y le dijo que fuera muy despacio hasta el hotel, para disfrutar del momento, como de todos esos momentos de triunfos que en realidad,  es por lo que se torea,  y se es torero, calificando como una droga este mundo, que te engancha y del que es muy difícil  salir, por lo que,  en las escuelas, ya te enderezan  e intentan marcar el camino sano y ortodoxo de una vida,  que si eres uno de los elegidos,  es para siempre.

   
 
  No tiene supersticiones, no tiene predilección por ningún color, comentando una pequeña anécdota, que en Nimes llevaba tres trajes de color caña, que le gustaba mucho, y toreo tres días seguidos, se tuvo que poner los tres trajes de color caña,  y la prensa decía que como puede ser,  que un torero como Dámaso,  lleve solo un solo  traje para torear tres corridas, lo que no sabían,  es que eran tres trajes distintos.
   Nos descubre, que el toro o el animal que más le ha llenado de toda su carrera después de 25 años como matador de toros, y de todas las capeas y festejos que lleva en sus espaldas, fue un eral que toreo con unos trece años, en un pueblo de Cuenca, al que realizo una faena, de pases largos, llevando al toro embarcado, enganchando unos pases con otros,  hasta hacer una serie de unos ocho o diez muletazos, que le llevaron a decidir, que el mundo del toro era lo que el quería seguir, y donde realizo la tauromaquia,  que él no podía hacer ni incluso de salón, y el secreto para haber estado tanto tiempo en la cabeza de los matadores de su momento, lo tiene el haber salido todas las tardes a darlo todo, cuando le preguntaban que si se picaba con los componentes de las ternas de los carteles en los que participaba, el siempre decía que no se picaba con nadie, se picaba con el mismo, para sacar a el toro que tenía delante, todo lo que tenia, mucho o poco, pero todo lo que tenia.
 
   
   Es igual de importante en el toreo mandar, como exigir, el no ha sido una persona que haya mandado en el toreo, pero si ha exigido lo suyo, así no le quita el puesto a otro, el siempre a exigido lo suyo y no le ha quitado el puesto a nadie, causando un precedente en los despachos,  incluso perjudicándose en ocasiones, pero no dejándose comer el terreno en ningún momento,  contando que toreo durante mucho tiempo en América, en las mejores corridas y cobrando el máximo, pero en  Cali,   no estuvo bien el dos o tres ocasiones,  le pusieron en una corrida de infarto, catalogada como suicida, con unos de las peores ganaderías  Mexicanas,  la ganadería de Piedras Negras, agradeciendo después de todo el puesto, en la que triunfo cortando cuatro orejas y dos rabos,  y ganándose  el puesto de las dos mejores corridas del año siguiente, siendo esta su aptitud de defender lo suyo, y su nombre en los carteles.
    
    Estuvo a punto de dejar el torero, puesto que en uno de los fracasos que se tienen en los ruedos después de haber saboreado las miles del triunfo, no llegaban los contratos, se quedó sin trabajo y casi se da por vencido, pero se recupero de este bache, y continuo por suerte para él,  y para los aficionados.  Piensa que el ser torero es algo que se lleva dentro,  que te ha tocado con la varita y te ha tocado ser así, no hay nada más grande que ser torero, siendo una profesión muy  difícil,  pero, muy  bonita, disfrutando, llevando el gusanillo del toro siempre dentro, pero no solamente el torero, o profesional,  sino el mismo aficionado, que lleva ese gusanillo del toro como si fuese un  matador,  o como si le fuese la vida en esto. 
  
    Se dedica en estos momentos a cuidar lo que el toro le ha regalado,  a cuidar a su familia  a disfrutar de todo lo que ha ganado a base de sacrificio, tesón  jugandose la vida,  en cada una de las tardes que salía al ruedo.
  Cree Dámaso González que todos los chavales que pasan por una escuela de torear son aprovechables, que ninguno es desechable,  por que de cada cien que pasan por ellas, salen uno o dos, pero todos llevan la misma ilusión,  ganas de torear, y a todos hay que respetarles por igual, y luego ya,  cada uno evoluciona en la vida y en el tiempo el que de verdad vive y lucha por ello, y el que llega es porque está destinado a ello, viendo la labor de las escuelas muy bien,  muy satisfactorio, y lo que había que aconsejar a los chavales, es que no dejen cada uno su personalidad, que ellos hagan delante del toro lo que quieran,  pero con gusto, con sentimiento,  como a cada uno le dicte su corazón en cada momento, por eso el toreo es tan variado,   tan bonito, porque incluso en una misma faena de un mismo torero,  no se torera nunca igual, y si tu personalidad la sacas a flote en cada faena, eso no lo supera nadie,  ni nada, y el publico lo percibe y lo juzga, normalmente con triunfos.
 

   A los anti-taurinos les diría, que el animal no sufre, que según se matan tantos animales todos los días,  sin darle oportunidad de defenderse,  a los toros se les da la oportunidad de luchar,  e incluso de salvar la vida, cosa que ninguno de los otros animales se les concede, y que por muy animalista y poco patriota que se  sea, si escuchas un pasodoble,  se te van los pies, el cuerpo te hierve la sangre, y te entran ganas de torear, en un enfrentamiento a muerte,  pero noble, el toro se defiende, lucha, en una lucha leal, que no es decir en el matadero, sino dándole la oportunidad de hacer su labor que es para lo que se cría esta especie tan singular y tan nuestra, como es el toro bravo.

   
         Hay que tener mucho tesón para ser torero,  y aguantar hasta que se triunfa para ser figura, para ser figura,  hay que tener afición y condiciones para ello, por que el  toro da mucho miedo, conjugado con el respeto al público es difícil, para mantenerse tanto tiempo en el candelero, es porque tienes muchas ganas de torear,  hasta que llega la desapetencia, no transmites, y la gente lo percibe, luego para dejarlo solamente hay que decir que lo dejas,  y si como todo en la vida das una palabra,  hay que cumplirla.    
 
   Les dice Dámaso González a los chavales que están empezando o quieren empezar en esto del toro, que cuando les esta envistiendo un compañero de salón entrenando, que piense que es un toro, que si de verdad le gusta que se dedique en plenitud a ello,  y que si por lo contrario no le gusta, que por lo menos sean unos buenos aficionados, que cojan un camino bueno en la vida, de trabajo y de constancia,  para que sean unas personas felices, que es de lo que se trata,  de pasar por la vida lo mas felices y contentos.