Si hay en este mundo del toro un profesional con resignación y con una manera de vivir para y por el mundo del toro, este se llama Jesús Perez:
" EL
MADRILEÑO"
Su afición le viene
desde chiquitito, cuando con un familiar se acerca a una corrida de toros, y
esto le impregna en sus sentimientos tanto, que quiere ser torero, pero tanto y de que nanera,
que cuando se quiere dar cuenta, ya no puede salir de ese círculo, lo único
que intenta, es triunfar y verse en todas o en las mayoría de las plazas de
todo el mundo taurino, apoderandose de el, ya no una profesión, si no un sentimiento.
Se viste de luces en
Cuellar, Segovia, siendo uno de los días
mas inolvidables de su carrera, puesto que los trajes de torear solamente se
los ponía para probárselos en su casa, y cuando llega el día y además con
compañeros en las plazas de la categoría de
"Fundi", "Bote", etc, que además le decían
amistosamente, el madrileñito, con esos pelitos ribios que tenia, puesto que ellos eran algo mayores
en edad, y en el paso por la escuela taurina de Madrid, pues le llenaba de
satisfacción, de dar ese pasito de
becerrista, a novillero sin caballos. En Andara Alicante llega el debut con
picadores, siendo más diferente, se siente más torero, mas profesional, viendo
como le chorrea la sangre del puyazo a el toro por el lomo, como se siente ese
sonido de estribos de los caballos de
picar, viendo el animal con mas volumen, y además pensando en que solamente se
separa un paso para llegar a ser matador
de toros, logrando en esas entremedias, su presentación en la primera plaza del
mundo "Las Ventas", de Madrid, una tarde que según "El Madrileño", la recuerda como
una fecha amarga, puesto que fue una mala tarde, con un ganado muy duro y
difícil, sin opción de triunfo que chafo todas las esperanzas y las ilusiones
que llevaba, a ese coso, que tanto da, pero también que tanto te puede quitar.
Dos años más tarde de
ese debut, cuando su carrera se había puesto muy cuesta arriba, en condiciones
muy difíciles, se le cruza en otra de las vueltas a esa plaza de toros, un novillo, de nombre "Gañan", novillo
que tiene en el salón de su casa por cierto, que le corresponde en primer lugar, le corta las dos orejas, toca el cielo con las
manos, le da la vida, la felicidad, y el resurgir de su carrera de nuevo, como
novillero, no en ese año pero si al siguiente, con 36 fechas en el esportón,
Albacete, Nimes, etc.,
metiéndose en el circuito de nuevo y llegando a torear
en las primeras plazas y ferias de toda España, teniendo como curiosidad, que
en esta plaza en la que le dio todo, al poco tiempo recibe una gran cornada, haciendo el gran esfuerzo de matar a el toro ya cogido, una cornada muy seria, y cuando "El Madrileño" entro a la enfermería, y cayo el toro al el suelo, la cuadrilla dio dos vueltas al ruedo y se les pidió una tercera, apuntando también,
que fue una alteración de orden publico esa tarde y en ese toro que fue el
primer toro de la tarde, que el presidente de la corrida no quiso conceder las
orejas del animal, teniendo que salir
escoltado por la policía de la plaza, lo que dio a Jesús Pérez "El
Madrileño" mas alas y ganas de seguir siendo torero, puesto que se dio
cuenta, que si uno se aferra a ese sentimiento y a su afición, como a la torería, se
sobrepone y se regresa mucho más reforzado y mentalizado para poder triunfar.
Llega la
alternativa, un 25 de Mayo, en plena feria de San Isidro, con una terna de ensueño, Palomo Linares, y
Enrique Ponce, con toros de Atanasio Fernández, cartel con el que sueñan
muchísimas figuras del mundo del toro, una tarde sin mucho triunfo, un poco
precipitada, con un chaval que no estaba demasiado toreado, sin sentir el
aliento del toro en demasiadas ocasiones, como pasa en la actualidad en muchas ocasiones, y a partir de ese momento llego la
cuesta arriba, por una parte, de pasar a formar parte de ese máximo escalafón de matador de toros,
y por otra, esa tarde ingrata en la plaza de toros de Las Ventas de Madrid, que
sin duda pesa tanto, pero que deja de estar durante diez años a "El
Madrileño", como matador de toros,
cosechando diversos triunfos en muchas plazas, hasta que llega el momento
de pasar a las filas de los toreros de plata, y se acuerda en esta reflexión de
los chavales que empiezan y las cosas no les salen bien, diciéndo que como a él, con todo el dolor de su corazón, por que en su
cabeza tenía la idea de pasar por los
ruedos con la muleta y la espada, pero no pudo ser así, se le cerraron muchas
puertas, y con toda la humildad del mundo, se hizo
banderillero, yendo por
derecho, haciendo las cosas bien, pidiendo todos los derechos estipulados, sin aparentar
demasiado y haciendo las cosas siempre en torero, se llevo premio en dos
ocasiones 2005 y 2007 en la feria de San Isidro., llego a entrar en las filas
de toreros como Fundí, Juan Mora, Morante de la Puebla, hasta que llega su peor
percance en la plaza de toros de Montt de Marsans, Francia, un percance que le retira del toro, una
cornada que ni él tenía preparada en su cabeza, puesto que los profesionales
que se ponen delante de una fiera, incluso sabiendo que tienen posibilidades de
que pase, nunca piensan que de esa forma, truncando su carrera como torero de
plata, y como profesional en activo, pero que han hecho continuar en este momento, siendo torero porque
siempre lo ha sido, ayudando a la fiesta de otra manera.
En estos momentos,
se encuentra dando clases a aficionados prácticos, siendo el único torero que
está continuamente dando clases prácticas, pero no alternándolas, sino
continuamente, como si los aficionados se entrenasen para ser matadores de
toros, también ha hecho una asociación
que se llama Aficionados Prácticos Amigos de Jesús Pérez "El Madrileño",
con lo que intenta crear grandes
aficionados, que se den cuenta lo difícil que es torear incluso una becerra,
incluso medio sabiendo, para valorar el
esfuerzo y trabajo que realizan los toreros en las plazas en su justa
medida, que no se critique o se sepa
criticar lo que realiza un torero por muy chaval que sea en la plaza de toros,
que lo peor de un torero en la plaza, ya no es la crítica, el triunfo o el
fracaso, sino la indiferencia cuando se
está toreando con dificultades, ya sean climatológicas, por las condiciones del
animal que le ha tocado en suerte, o por una simple mala tarde, inculcando esta
profesión con mucho respeto, tanto los
aficionados hacia los toreros, como los toreros hacia los aficionados, teniendo
en cuenta, que un torero, o cualquier profesional que se juega la vida en el
mundo del toro, sale del hotel a la plaza, y no sabe si volverá, o dejara su vida por el camino.
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