DOMINGO RODRIGUEZ
"RUBIO DE QUISMONDO"
"RUBIO DE QUISMONDO"
Porque la tauromaquia se divide en tercios
y no solo hay maestros de oro, nos trasladamos a un pueblo de la provincia de
Toledo (España), donde encontramos a un protagonista de oro en el mundo del
castoreño. En una comarca de maestros
del toreo importantes, como Domingo González Mateo abuelo de la saga de los
Dominguín, El Niño de la Taurina al que ya hemos reseñado en este blog, Juan Bellido "Chocolate" un gran
peón de brega y banderillero, Gregorio Sánchez un gran matador de toros, y
Domingo Rodríguez como nombre personal, pero más conocido como "Rubio de
Quismondo", uno de los mejores picadores que ha habido en nuestra historia
más reciente del mundo del toro.
Comienza la afición en el mundo del toro en la plaza de Vistalegre
(Madrid, España) donde se dedica a poner petos en los caballos de picar y
montar a los equinos, puesto que él se traslada a la capital, porque en el
pueblo no hay vida y el quiere vivir bien y ser algo en la vida, no quedarse en
el ostracismo del pueblo natal, tomando de referencia a unos mozos del pueblo
de al lado Nombela (Toledo, España), que ya eran picadores y el los intento
copiar, puesto que en su interior decía, si ellos lo hacen yo también lo puedo
conseguir.
Debuto el 25 de Agosto del año 1957 en
Valencia de Alcántara un pueblo de Badajoz (España), siendo esta su única
intervención en los ruedos y sin torear hasta un año después, que con Luis
Albiz, se presento en la plaza de las Ventas de Madrid, toreando desde ese
momento, solamente con cuatro matadores mas, Andrés Hernando, del año 1963 al
1967, con Ángel Teruel, hasta el año 1971, con Luis Miguel Dominguín, hasta el
1973 y posteriormente, con Francisco Ruiz Miguel, hasta el año, 1991, quedando
un espacio en su carrera, el año que Ruiz Miguel para en el año 1990, en el que
paso a formar parte de la cuadrilla del Niño de la Taurina. Teniendo una gran amistad con todos ellos, y
no considerando a ninguno como el tránsito de su vida, sino, llevándose,
incluso en la actualidad con ellos, como si fueran familia, además coincidiendo
con ellos que un picador es torero a caballo, por la participación tan
importante que realiza en la fiesta, además con la calidad del Rubio de
Quismondo, el picar no es un simple trámite, sino un tercio de la lidia de un
toro esencial e importante, siendo parte crucial en el mundo del toro.
El escalafón de los picadores, no se mide, por el transcurso de
novillero, matador, etc., si no por los
maestros a los que se acompaña, y en los festejos que se realizan, porque
aunque parece mentira, antes, en su
época, los toreros son los que buscaban a las cuadrillas y les invitaban a
formar parte de sus espectáculos, cosa que cuanto más te llamaran, mas
importante eras en el mundo del castoreño.
"El Rubio de Quismondo", viene o se lo puso, el gran
comentarista taurino y deportivo, Matías Prat, en el año 1964, fue la tan
recordada corrida de El Cordobés, Serranito y David Aguilar, en la que por
sustitución de Serranito, entro en la corrida Adres Hernando, al que le
acompañaba como picador por esa época, en esta corrida por la mañana, un
sobrino del antes citado Matías Prat, de
nombre José María Soto Mayor, escritor y colaborador de la célebre enciclopedia
taurina " EL COSSIO", que se
dedicaba a hacer una especie de chuleta, con las cuadrillas de los
participantes, para facilitar la retransmisión del festejo por la televisión y
que iba recogiendo todos los nombres, le pregunto el nombre, y él le dijo, Domingo Rodríguez, de Quismondo, a lo que José
María respondió, el pueblo de la saga de los Domingines, no será familia o
algo, a lo que Domingo dijo, no los conozco son grandes amigos pero no, y la
cuál fue su sorpresa, cuando en la retransmisión Matías Prat, le hizo una
biografía completa, llamándolo por su color de pelo, Rubio y su procedencia
Quismondo, vamos el nombre el cual fue
bautizado “EL RUBIO DE QUISMUNDO”, siendo recordado por Matías y Domingo en
muchas ocasiones, en las que han
coincidido.
El tercio de varas es primordial en la lidia de los toros, para ahormar
la fuerza de los mismos, siendo antes muy dados los matadores a la frase
de vamos a darle, pero vamos a darle duro, incluso antes sin cruceta en las
pullas, se tenía que meter dentro del animal unos veinte o treinta centímetros
de palo, no valiendo los picadores que no eran capaces de hacerlo, y desde un
tiempo a esta parte, esa frase se ha convertido, en vamos a cuidarle, a
cuidarle que nos quedamos sin toro en la muleta, y además confundiendo en
ocasiones el dicho del dale, dale, con el vale, vale, pero no por nada, sino
por el estado de nervios que llevan encima los matadores, no de miedo incluso
en muchas ocasiones del toro en sí, sino del sentido de la responsabilidad, que
es muy grande no solamente para los matadores, sino para todos los componentes
de las cuadrillas en general, porque ellos sufren las acciones de los
matadores, y tanto los triunfos como las derrotas de todas esas tardes, en las
que comparten cuadrillas, con matadores, banderilleros, etc. asumiendo
egoístamente el triunfo del matador,
compartiéndolo, pero teniendo en cuenta que el triunfo siempre es de él que
está delante de la cara del toro y da todo por él y pos su cuadrilla.
Le recordamos la fecha de 7 de Abril de
1989, y sin dudarlo Domingo Rodríguez
nos traslada a Sevilla, Real Maestranza de Caballería, la única vez que
le toca la música a un picador cuando esta picando, y nos cuenta como anécdota,
que incluso después de esto, no le dan el premio a de la feria y nos matiza, mas quenada, por ser castellano y no andaluz. Nos
cuenta que esto es lo más, en ese momento y en ese día, no recuerda nada igual
pasando por el momento más inolvidable personal
y profesionalmente para el Rubio de Quismondo. Después de haber toreado alrededor de
unas 2.200 corridas de toros y teniendo
también el recuerdo de algunas de las tardes malas, como volviendo de América
con Hernando en Guadalajara, que le pusieron el toro en varias ocasiones, y no
lo cogió en ninguna de ellas, el matador le pregunta, ¿Qué le pasa? y Quismondo le responde, ¡eso
me gustaría saber a mí, que me pasa!, esa tarde fue inolvidable. No ha sido supersticioso, y como colores el
amarillo no le ha gustado nunca.
Ve las escuelas de tauromaquia, como el gran atraso de la fiesta, puesto
que para él son toreros estándar, a pesar de que luego cada uno tome sus
matices o pensamientos, son todos iguales y luego cuando le sale el "morito",
como llama el al toro, no pueden ninguno con ellos, porque no están ninguno
hecho, como cuando se forjaban los toreros en las capeas que estaban
acostumbrados a las dificultades y mucho mas cuajados en el oficio. Si pudiera hacer cambios en el mundo del
toro, le pondría mas raza y le quitaría kilos a los animales, echándole la
culpa a los ganaderos, puesto que en los tentaderos en cuanto le complica la
vida una vaca o un becerro a las figuritas que realizan estas tientas, se las quitan de en medio, con lo cual estamos
matando la casta y raza brava, señalando la ganadería de Adolfo Martin como las
únicas alimañas que aún conservan la
esencia de la casta brava.
Para terminar, nos hace eco El Rubio de
Quismondo , del mundo del toro en
Francia, donde se cuida el tercio de varas, como aquí hace cuarenta años, y se echan toros como aquí en antaño, teniendo mucha más afición
y ambición hacia la fiesta taurina.
A los chavales que quieren empezar en este mundo del toro como partícipe
de esta fiesta con grandes matadores de toros con los que ha colaborado en sus
filas como varilarguero, y como
aficionado al mundo del toro, les dice,
que lo tengan claro y seguro, que esta fiesta es la más grande y bonita del
mundo, pero es la más peligrosa y más
dura, que se dejen de fiestas y cachondeos, y
se dediquen solo y exclusivamente al mundo del toro, con toda la seriedad y oficio, que la
fiesta de los toros se merece.
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